Un día como hoy hace dos años, el 12 de enero de 2010, en Haití, el país más pobre del continente americano, se produce un terrible terremoto de magnitud 7,3 grados en la escala de Richter y con epicentro a unos 20 Km de su capital, Puerto Príncipe, que queda reducida a escombros. El balance final será de más de 250.000 víctimas. Leer más...
La inestabilidad política, agravada por las consecuencias del terremoto, causó y sigue creando una permanente situación de inestabilidad que impide en gran medida avances en el desarrollo del país. En ese sentido no hay más que fijarse en la MINUSTAH, la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, establecida por la ONU el 1 de junio de 2004 y que, casi ocho años después, allí sigue. Ni siquiera la llegada al poder en mayo de 2011 de Michel Martelly, que tantas expectativas generó, parece, por el momento, haber cambiado las cosas. Y mientras, los haitianos se preguntan donde están los más de 4.000 millones de dólares, que nadie ha visto, prometidos por los países para superar el terremoto. Actualmente más de un tercio de la población sigue hoy refugiándose bajo lonas o durmiendo en tiendas de campaña. De hecho, en 2010 eran aproximadamente 1.550.000 ciudadanos en 1.555 campamentos temporales de la ciudad, frente a algo menos de 600.000 que vivían aún en 894 asentamientos de este tipo en julio de 2011. En la actualidad, se cuentan 520.000 desplazados internos en 758 campamentos. Una cifra que como revela un informe elaborado por Intermon Oxfam, "no significa que las personas tengan mejores condiciones de vida". "Para muchas de ellas, la carencia generalizada de servicios básicos, entre ellos sistemas de agua potable y letrinas que funcionen correctamente, representa un gran peligro para su salud, con la amenaza constante de enfermedades transmitidas por el agua, tales como el cólera", explica el informe. Sin embargo también, se han producido "avances", como el desalojo de más de 5 millones de metros cúbicos de escombros, -la mitad de los generados por el terremoto- o la construcción y rehabilitación de más de 430 kilómetros de carreteras, la mayoría de los haitianos siguen sin agua corriente, saneamiento ni acceso a un médico, con la amenaza latente del cólera, que se ha cobrado miles de vidas desde el seísmo. La inestabilidad política, agravada por las consecuencias del terremoto, causó y sigue creando una permanente situación de inestabilidad que impide en gran medida avances en el desarrollo del país. En ese sentido no hay más que fijarse en la MINUSTAH, la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, establecida por la ONU el 1 de junio de 2004 y que, casi ocho años después, allí sigue.
Ni siquiera la llegada al poder en mayo de 2011 de Michel Martelly, que tantas expectativas generó, parece, por el momento, haber cambiado las cosas. Y mientras, los haitianos se preguntan donde están los más de 4.000 millones de dólares, que nadie ha visto, prometidos por los países para superar el terremoto.
Actualmente más de un tercio de la población sigue hoy refugiándose bajo lonas o durmiendo en tiendas de campaña. De hecho, en 2010 eran aproximadamente 1.550.000 ciudadanos en 1.555 campamentos temporales de la ciudad, frente a algo menos de 600.000 que vivían aún en 894 asentamientos de este tipo en julio de 2011. En la actualidad, se cuentan520.000 desplazados internos en 758 campamentos.
Una cifra que como revela un informe elaborado por Intermon Oxfam, "no significa que las personas tengan mejores condiciones de vida". "Para muchas de ellas, la carencia generalizada de servicios básicos, entre ellos sistemas de agua potable y letrinas que funcionen correctamente, representa un gran peligro para su salud, con la amenaza constante de enfermedades transmitidas por el agua, tales como el cólera", explica el informe.
Sin embargo también, se han producido "avances", como el desalojo de más de 5 millones de metros cúbicos de escombros, -la mitad de los generados por el terremoto- o la construcción y rehabilitación de más de 430 kilómetros de carreteras, la mayoría de los haitianos siguen sin agua corriente, saneamiento ni acceso a un médico, con la amenaza latente del cólera, que se ha cobrado miles de vidas desde el seísmo.
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